martes, 24 de noviembre de 2009



Taller de Novela
Dirigido por Eugenia Prado y Diego Ramírez

Una vez por semana
Lunes de 19:30 a 21: 30 hrs.

Lugar:
Carniceria Punk
Moneda 1741. Local 8
esquina Almirante Barroso.
Metro Los Héroes.

Objetivo Final:
Construccion de la Primera Novela Múltiple
Creación colectiva entre alumnos y autores del taller.

Duración: 4 meses

Contenidos:
Estructura. Formas. Estilos. Géneros literarios.
Atmósferas. Creación de Personajes.

Autores:
Faulkner / Woolf / Joyce / Cortazár / Donoso /
Eltit / J.L. Martinez / Garcia Marquez / Bombal /
Lispector / Droguett / Brunet / Bolaño.

Eugenia Prado Bassi: Diseñadora gráfica titulada en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Autora de: El cofre (Ediciones Caja Negra) 1987. Cierta femenina oscuridad 1996 y Lóbulo 1998 (Editorial Cuarto Propio). En 2004 presenta Hembros: Novela Instalación, montaje que contó con apoyo del Consejo de la Cultura y de las Artes estrenado en el Galón Víctor Jara. En enero de 2006 presenta Desórdenes Mentales, obra de teatro dirigida por Alejandro Trejo. A fines del 2007 publica Objetos del silencio también en Editorial Cuarto Propio.


Diego Ramírez: Periodista y escritor. Ha publicado los libros de poesía Corazoncito / Noche (2002), El Baile de Los Niños (Temple ediciones, 2005) y Brian, el nombre de mi país en llamas (Ed. Moda y Pueblo, 2008). Ha recibido el Primer Premio en los Juegos Literarios Gabriela Mistral (1999), el Premio Mustakis a Jóvenes Talentos (2001 y 2002) para creación poética e instalación de arte; la beca del Consejo del Libro para Escritores Nóveles (2003), la beca de la Biblioteca Nacional (2003), de la Fundación Pablo Neruda (2007) y de Creación Literaria del Consejo Nacional del Libro y la Lectura para terminar su proyecto poético "Mi Delito" (2005) y el año 2007 recibe una Beca del Ministerio de Cultura para desarollar un proyecto poético del libro inédito Mistrala. Actualmente dirige los talleres literarios Moda y Pueblo y El Arte de la Resistencia en el centro cultural Balmaceda 1215.



mas informacion:
palabra@vtr.net
modaypueblo@gmail.com

lunes, 23 de febrero de 2009

Ejercicio Cinco

LABIOS COSIDOS
(Rodrigo Beas)



Todas las palabras que he pensado, todas ellas, viajan divididas por mi cuerpo para jamás ser dichas. Ni papá, ni mamá, ni mis hermanas, ni el perro, ni el gato han escuchado una sílaba de mi boca hinchada de letras que bailotean descoordinadas un silencio predestinado.

Mis labios están cosidos con hilos que cuelan mi lenguaje ajeno a este mundo. Nací para incomunicar, para no definir ni redefinir relaciones afectivas con nadie. 24 años en que mis labios sólo saben de marraquetas crujientes, a diario, que riegan con su vitamina B, neurotrasmisores que trasportan una fatal incertidumbre.

Mamá, me quiere, yo lo sé, pero a veces me grita, me amenaza con una cuchara de palo, porque en mis momentos de crisis - cuando intento comunicarme con gestos que no corresponden a mis palabras balbuceantes- sulfura. Ella fuma, fuma mucho, mimetizándose con mi angustia.

Tartamudeos penetrantes estallan en mis oídos como turbinas girando crecientemente. Siento ruido en mis tímpanos, murmullos que no puedo escuchar, ruido importuno que no ha parado en 24 años, ruido que me persigue y que a ratos se extiende no importando si son las 6 am, la una de la tarde, o a las tres. Porque para mi no hay horarios. Puedo caminar de la cocina a mi pieza y de la pieza a la cocina tres horas sin parar, mientras las turbinas trabajan a toda velocidad pegadas a mis orejas.

Es ahí, cuando exploto palabras no dichas y cuando los flujos sanguíneos están alterados al máximo, la sangre se intromete, siempre la sangre, con las palabras, las cerca, les pone un candado una a una y las deja calladitas para siempre, las destruye como un virus fagocita del núcleo de una célula, ella arma un entramado con mis emociones aspirándolas como una vampira.

Mamá, siempre mamá, pegada a mi como las turbinas, fumando, vigilando la cocina para que yo no me engulla el refrigerador, me da unas pildoritas que humedecen las neuronas, pero a un precio que ni les cuento porque la boca, siempre la boca, se seca, entonces entro al baño, mil veces, en mis paseos noctámbulos para tomar agua, mucho agua, de la cañería.

Los flujos internos se ponen en marcha encerrando palabras, encarcelando mi lenguaje, esclavo de mensajes que no cuajan a tal punto de echarme a perder mi estomago, y al baño de nuevo para eliminar oraciones desahuciadas en forma de fecas.

Las secreciones inician erosiones de mis órganos , impulsadas por las malditas turbinas que no paran de trabajar, siempre las turbinas, nublando mis ojos que no miran a nadie.


Voy a explotar de estar dentro de mi. No miro, no hablo, no como, embucho todo a mi paso. Me masturbo con movimientos precisos, dosificados, intensos a hurtadillas de la cuchara de palo, los jugos se desprenden y mamá, como una esclava limpia, y limpia, con su cigarro en la mano. Suena el despertador, 6 am, papá se levanta, hay hambre, siempre el hambre, y la urgencia biológica de trasmutar la sangre empapada, siempre la sangre, de mis emociones y palabras.

Neurotrasmisores se van desconectando uno tras uno al mismo tiempo y a veces dos y tres y cuatro hasta no parar, entonces grito, y muevo la cabeza rápidamente, como un animal rabioso tirando manotazos, sacudiéndome esa sensación de múltiples pensamientos fragmentados. Mamá que se había acostado hace poco, aparece con las marraquetas, siempre las marraquetas, pero esta vez con mantequilla y un té. Gracias mamá, gracias mamá, cómo te lo digo?

sábado, 17 de enero de 2009

Ejercicio Cuatro


(Pamela Olate)



Me escondo, entre estas cajitas con olor a perro mojado, con pavor escucho sus pesados pasos… las muñecas de porcelana me miran con sus impávidos rostros, con un grito silencioso les pido que me ayuden, pero ellas con sus también silenciosas voces se ríen de mi, con carcajadas que traspasan cada uno de mis poros dilatados. No creo poder soportar nuevamente sus inmensas manos sobre mí, tocándome, con sus dedos callosos y duros, con esas palmas ásperas y a la vez húmedas, ávidas de poseerme como a un animal abandonado, tampoco creo poder soportar su cuerpo sobre mi cuerpo, su gran espalda llena de pelos, su piel pálida, como si jamás lo hubiese tocado un rayo de sol… Toma mi cuerpo frágil recogido como feto, ya mis dedos casi invisibles son succionados por mi palidecidos labios, como esperando obtener un acido jugo que destroce mis sesos y mis piernas casi inertes… No puedo olvidar el comienzo de todo, su halito sobre mis orejas, su olor a cerdo recién almorzado, su olor a viaje de trece horas… Su mirada, profunda y siniestra se apodera de la mía, me posee con más fuerza que su propio cuerpo, me subyuga a sus más oscuros deseos, sus ojos negros se posan sobre mi, como dos grades cuervos, comiendo mi carne desvastada, alimentándose de mis llagas, de la podredumbre de mis pensamientos, y yo en la tierra húmeda me retuerzo desnuda, esperando por un poco de paz, por un poco de luz, que sé, nunca encontraré, porque en esta oscuridad solo encontrare los infinitos y salvajes aullidos de la desesperanza, que alguna vez conocí en otro lugar al que no pertenecí…

lunes, 22 de diciembre de 2008

Ejercicio Tres

(Bar / Ira Rodrigo Hidalgo)






- Y por qué mejor no te vai a la conchetumadre, hijueputa?

Por entonces mi vocabulario rondaba con frecuencia esos lugares soeces. La verdad es que mi vida se estaba yendo progresivamente al carajo. No tenía empleo, Nadia estaba embarazada y había declinado, pese a mis súplicas, hacerse un aborto. Maldita necia. Qué rayos íbamos a hacer con un crío. Éramos un par de profesores de filosofía con poco más que la rabia para masticar. Y ya hacía rato que veníamos escupiéndonosla entre nosotros mismos. Cuando Enanóstenes me propuso trabajar con él no lo dudé un segundo. Era una pésima idea, pero era al menos algo con lo cual intentar generar ingresos antes de que la madre de Nadia terminara convenciéndola de demandarme o algo por el estilo. Así fue como comencé mi labor de administrador y barman en el “Platón”. Básicamente iba a seguir moviéndome entre punks borrachos y filósofos de cuneta, sólo que ahora debía cobrarles las cervezas en vez de compartir con ellos el brebaje.

- qué te pasó Julereitor? Ya no reconocíh a loh amigoh culiao?
- Sale de acá no más Chancho, no me vengai con hueás, si no tenis plata no te puedo fiar acá.
- Chucha que estai cambiao Julereitor
- Ya, vai a empezar a hablar hueás
- Tai entero aburguesao Julereitor
- Ya, ya, sale de acá conchetumare

Enanóstenes se consiguió el dinero con sus padres y arrendó, con patente y todo, el mismo local que años atrás frecuentáramos bajo el astrológico nombre “Plutón”. Era un ínfimo tugurio de mala muerte y bajo nuestra administración iba a seguir siéndolo. Una vocal de diferencia que nos pareció de lo más significativa. Cuatro mesas con cuatro sillas cada una, una barra con 3 bancos, las paredes rayadas por completo con consignas tan profundas como “kiss my ass”. Y los baños: un perpetuo charco fétido, los servicios sanitarios eternamente en mal estado. Hechas de un material apenas más sólido que una plancha de cartón-piedra, las paredes estaban plagadas de suciedad de origen insondable, y sobre los lavabos, los espejos, rotos en sus 4 esquinas, salpicados de caca de generaciones y generaciones de moscas. Y los parroquianos, sin asco alguno, yendo a esnifar su raspado de muralla a esos rincones infectos. Todos tipejos más o menos como yo. Una fauna de vendedores y juniors, de inmigrantes y cesantes con el gusto por la música violenta como único punto de encuentro. Mi tribu. Y el “Platón” como nuestro hábitat, ad hoc para gente inmune a la inmundicia, curtida, ruda, harta de todo, tomándose sus miserables sueldos para aplacar la sed, una sed absurda. Sujetos maltrechos, derrotados, oyendo baterías y guitarras estridentes a todo volumen, hablando de sandeces la mayor parte del tiempo, cultivando con algo de morbo la mala hiel, largando chispas por los ojos embotados, maldiciendo nuestra suerte de sobrevivientes en el pudridero. Verlos a diario era enfrentarme a mi propio reflejo multiplicado por veinte. Los pelos de la nariz asomando entre las fosas nasales, la piel reseca del cuello, el pelo seboso oliendo a champú barato, los dedos de las manos amarillos, el cristal de los ojos como vasos percudidos, tatuajes bajo las camisas, dentaduras crispadas, uñas negras, alientos al borde del abismo. En el aire un tácito tócame la oreja, maricón, anda, tócame la oreja.

- Oye flaco, tráeme una cerveza pos loco, hace rato que te la estoy pidiendo.
- Al tiro compadre
- Oye Julereitor què onda? Me vai a fiar una chela o no?
- Ya te dije que no Chancho, ándate de una vez hueón, toy trabajando
- Sabís qué más Julereitor, me voy a sentar con los socios locombianos, esos gallos tienen más bolas que voh culiao, te apuesto que me invitan una chela
- Ya, ya , anda a bolsear a otro lado Chancho culiao, me tení chato
- ¿Oye flaco, qué onda? ¿tai pa chacharear con el jote de tu amigo o pa atenderme? ¿qué chucha tengo que hacer pa que me traigai una puta chela?

Cada tarde, camino al “Platón”, comenzaba a zumbarme en la cabeza el moscardón. Porque ¿qué rayos iba a hacer finalmente? Lo peor era dudar, pensar que llegaría a constatar que el imbécil de mi hermano tenía la razón, y que a los 30 años no se podía seguir vistiendo de negro y bototos. Mierda. Ni cagando. No podía ser. No iban a acabar conmigo así como así, no señor. Siempre había la salida estoica, la cínica. Ya encontraría algún lugar donde poder ganar el maldito dinero sin tener que ponerle precio a mi cabeza. Respirar hondo y calmarse. Enanóstenes al menos podía recurrir a la bajeza de su familia acomodada. Yo no iba a recurrir a mi hermano. No señor. Viviría como me lo había propuesto y trataría de enseñarle a mi hijo el valor real de las cosas. No su precio. Ves las calles Teseo? Ves a la gente en las calles? Miles de años atrás era igual, la gente iba de un lado a otro, como tú y yo hijo mío, los mismos de ahora, sí, los mismos, y era tan simple todo Teseo, caminar, beber agua del río, arroparse en la selva cuando hacía frío, y bajo la tierra cuando llovía. Ahora seguimos andando sin saber dónde, pero tenemos prisa. Yo no sé cómo comenzó todo esto hijo mío. En algún momento se torció todo Teseo. El ser humano cedió paso al individuo, y en tanto individuos estamos solos hijo mío. Solos y abandonados para rascarnos con nuestras propias uñas la mugre que llueve a diario desde todas partes. Desde la leche materna que bebes control nutricional mediante, hasta la última brizna de sucio aire contaminado que respires en tu miserable existencia Teseo. Y lo único que nos queda es la risa y la rabia Teseo. Ten siempre una carcajada y un golpe de puño listo Teseo, para defenderte del mal que se ha apoderado del mundo. Para salir a la calle y levantarte cada día, para enfrentar la marejada, el ruido de las calles, el permanente sonido del intercambio de monedas detrás de cada rostro, de cada ventana, de cada esquina. Y mira siempre lo que sucede paso a paso. Mira lo feo, porque allí está la verdad hijo mío. Mira las bolsas de basura donde hurgan los vagabundos, rodeados de perros con tiña, coronados por una aureola de moscas. Sopla con fuerza y busca la libertad entre la espesa espuma de los días, Teseo. Llegarás así un día al Platón, y te preguntarás qué habría dicho el griego de este tugurio lleno de malparidos, metáfora de los tiempos.

- Hola flaco, tráeme mi chela de siempre, querís?
- Al tiro compadre
- oye Julereitor, cachai a este gorila o no?
- sí poh, viene siempre
- es medio neo nazi parece
- no me hueís
- lo ví la semana pasada con unos cabeza rapadas pegándole a unos cholos
- oye flaco ¿qué onda? ¿me traís la chela o la tengo que ir a buscar?
- ¡Al tiro compadre! (de ahí me seguís contando)

Porque claro, un bar era un bar, y un cabeza rapada era un cabeza rapada. Y el problema era de uno para reservarse el derecho de admisión en un local de mala muerte donde todos los abandonados de la razón se sentían en pleno derecho de ir y ahogar y desahogar sus trancas. Había que espantar el moscardón. No Teseo, este planeta no es para ti. Voy a encargarme de que no vivas esta mierda. Te heredaré la tenacidad de las cucarachas para sobrevivir a glaciaciones y meteoritos. La resistencia que oponen las pulgas cuando se las aprieta entre las uñas. La determinación con que las garrapatas se aferran a su huésped. La porfía absurda de las polillas acercándose al fuego. Algo así. La rabia. La rabia hijo mío, nuestro alimento. Como el mío, tu organismo pervivirá, como si tuviera ánimo propio, con una persistencia majadera capaz de sobreponerse a las fuertes dosis de todo tipo de drogas y sustancias tóxicas suministradas voluntaria e involuntariamente. Voy al baño. Respiro hondo, calmarse. Sí. Sigo vivo. Aquí estoy todavía, mentecato, deshechos los pulmones, hígado, estómago y esófago, los nervios y músculos agarrotados, sudando frío, fascinado como un niño con su pene, hurgueteando con las uñas en mi Thánatos, sentado frente a ese otro que se supone existe. Ese otro que soy yo mismo, multiplicado ad infinitud como en los ojos de las moscas.

- Qué onda flaco? Quiero hablar con tu jefe.
- Qué pasa socio?
- Tu jefe flaco, está tu jefe o no?
- No socio, estoy solo yo a cargo de todo este asunto, pasa algo?
- Mira flaco, te lo voy a decir así. Tú me hai visto que yo vengo siempre acá o no?
- Sí
- Soy un buen cliente, te pago y te dejo propina, cierto?
- Sí
- Me veís mal vestido? Roñoso, hippiento?
- No, para nada
- El pelo corto, todo bien en su sitio cierto?
- Sí, sí, pero cuál es el tema compadre?
- Sabís cuál es el tema compadre? Que si ya me aguanto el mal olor de tu baño, lo mínimo que espero es que la atención esté a mi altura, cachai flaco?
- Te atendí mal?
- No, pero yo no puedo estar sentado al lado de esos peruanos de mierda que tení tomando en esa mesa, me cachai o no? lo que te digo?
- …
- Saca a ese par de peruanos de acá si no querís que quede la cagá flaquito.
- Mire compadre, yo no puedo hacer lo que me pide, no puedo. Ellos pagaron su consumo y
- SACA A ESE PERUANO DE ACA TE DIGO
- Mira loco, en primer lugar no son peruanos, son colombianos
- MESTAI HUEVIANDO FLACO? MESTAI HUEVIANDO?
- Si no te gusta compartir el local con extranjeros, podís tomar tus cosas y mandarte cambiar. No me paguì ni una huevá, vírate no más.
- ¿QUÈ HUEVÁ ESTAI HABLANDO PENDEJO CULIAO? POR QUE NO ME ECHAI DE CHILE TAMBIÉN SACO DE HUEVAS?
- Y por qué mejor no te vai a la conchetumadre, hijueputa?

Bienvenidos al rito de la sangre. Botellas rotas. Música violenta. Gritos y amenazas. Sirenas y balizas. Sangre. En las paredes, en el suelo, en las mesas y sillas, en los vasos. Sangre en las chaquetas de cuero negras, en las botas negras, en las poleras sin manga negras, en los jeans rotos negros. Sangre en los piercings, en los tatuajes, en las manoplas, en los cinturones. Respira hondo, Teseo. Bebe tu rabia y respira hondo. Trata de calmarte.





(Carretera / Ansiedad. Rodrigo Beas)





TU, LA PEOR ENFERMEDAD

El cuerpo daba señales. Ruborizadas manos transpiraban sollozos húmedos, un inminente suicidio amoroso aterraba la piel sometiéndola a horrible expresión. Bombea el corazón despachando sangre incesantemente sobre una abatida musculatura. Pero ella, la protagonista del remolino interno, abandona gélidos músculos, dejándome blanco de miedo.


- “Lo que pasa es que no estoy enamorado de ti”, como si se tratara de la muerte de una transacción sin importancia, sentenciaste.

Evaporarse como una rata que se espanta de un humano, trepando fugazmente por una desconsolada carretera conocida. El acelerador está en equilibrio con un cuerpo excitado por una vibrante ansiedad la que enciende mecanismos de una máquina que reclama alaridos que entonan un tango que sintoniza con un tics que sacude un párpado intermitente.

La tensión en la garganta amarra un silencio resonante habitado por palabras obstruidas. En plena carretera, el llanto se esfuma derecho al mar para vaciar lágrimas y tan solo seas una gota de esa profunda inmensidad.

La noche se acerca,la luna se presenta como un cuchillo gigante amenazando incrustar su pena sobre mi cabeza para bautizar un ahogo desesperante. Un letrero en la carretera promocionando un dulce pisco sour intenta bañar el borde superior de mi estomago que lucha contra la fisura instalada. Pero balas de dopaminas desparraman desde mi corazón relámpagos calcinando cerros saturados de ansiedad.

El motor rechina, humedecidas manos insisten empecinadamente sudar lágrimas que hacen resbalar un manubrio esquivo. Asomo las palmas una a una contra el viento, fuera del vidrio, traspirando penas a la brisa.

Letreros aseguran que el estado de las cosas no va a cambiar y no puedo cruzar el túnel porque dice cerrado por melancolía, con silabas tintineantes iluminando una garganta obstruida de silencios oprimidos. Devolverse en esa carretera -por la que tantas veces viajamos contentos al océano- tomando una cuesta alternativa. Ya en la cima del retorcido camino su grueso espesor instala la niebla ,y en medio de esa brumosa realidad, diagnostico la enfermedad que llevaba tu nombre: la PPR.

Decidí entregarme a los designios de la luna, para que enterrara su afilado espesor en el centro de mi cuerpo, tal como se destripa un vampiro.

Mas un sinnúmero de imágenes instalan intermitentemente una confusión mental que crece: imagino tu imagen pronunciando las escuetas palabras del suicidio, dolor ininterrumpido a cada instante en que te apareces sin ser invitado, intermitentes recuerdos resisto de ti, no quiero imaginarme, que te imagino, como cuando te imaginaba intermitentemente en mi imaginación: un tormento complejo, estructurado en una enmarañada circunstancia desgraciada

La luna como una sombra no me deja de mirar, interpelándome, me persigue, alucinandome, mientras me enfermo en un rincón inconexo, en una lejanía que me azota con las palabras del suicidio anunciado.




(Ascensor / Delirio Karina Cárdenas)

Ascensor

De suspiros, de temores, de extraños sueños

El ascensor, que sube y baja,

El vomito por dentro que se revuelve

Estas jugando con el control, lo tienes y quieres que se caiga

Lanzo una carcajada porque sé que lo haces

Eres un niño con los botones apretados

Las manitos resbalosas con olor a candy

Y yo que con el ansia me quedo aquí, escondida,

Necesito que me ayudes porque allá afuera alguien me jala los brazos como solo tú una vez lo hiciste

Porque cuando quiero quedarme los puños en la espalda me obligan a avanzar hasta que de pronto me veo fuera, con la puerta celestial

Ya pos cuando si

Cuando no

Dime cuando debo salir, y cuando tengo que esperarte aquí dentro en esta cajita bien hecha, que pudiera atraparte, y abrazarte hasta que sin más los pulmones como masas se revienten,

Dime entonces cuanto tengo que golpear esta puerta para que afuera la escuches y decidas venir a abrirme y dejarme entrar,

La sangre se me vuelve toda como rio, y recorre estas paredes

Entra a los botones de cada piso y llega hasta el cuarto de servicio de la voz que en caso de emergencia debes apretar para no quedarte una noche encarcelada

Parece que otra vez se cortó la luz, y esta oscuridad amante que me habla al oído te restriega los celos en el piso.

Y tú en venganza me rasguñas las piernas, me gritas por todos las esquinas, hasta que de pronto me contraigo toda y los pies se me vuelven aletas.

Como querría que nos tiráramos al mar. Tal vez te saldrían igual aletas, ojos vidriosos y una boca fruncida que fluyera burbujas,

Me duele el pecho al pensarlo, de cómo podríamos nadar hasta que en el fondo el silencio nos aliviará la pena profunda.

Pero a cambio nos quedamos en ésta celda días enteros,

Y luego, tú como esencia por todas partes adentro o afuera intentas abrirla

Me duele la cabeza de imaginarte con los ojos en mi rostro,

Desasiéndome

Inventándome

Otra vez pensando, quienes somos, un segundo con el otro, susurros que no me dejan dormir.

Que me recuerdan, que me dibujan en las manos tu cuerpo

Sentando en el suelo, golpeándolo, las venas hinchada de rabia

Y yo que con mis aletas te empujo

Para que me dejes apretar el botón de salida,

Y tú que con tu lengua letal aprietas el dos y este piso es impar.

No quieres que bajemos, y prefieres que te cuente como deje que los otros se burlaran de mi cuando niña, que si tu hubieras estado ahí, ahora hablaría, reiría, soñaría, que tu, que si tu hubieras estado, no sería tan difícil pensar en el futuro.

Pero a cambio me pides que me quede adentro en esta cajita que nunca se abre,

Que nos miremos en el espejo mal hecho que nos retuerce el cuerpo y la boca, que nos convierte en monstruos, y que te divierten

Que parezco una bruja y tú un guarisapo

Que es la mejor combinación,

Que afuera nadie nos espera

Que se acaba el aire,
Que las branquias deberían salirnos en este instante para empezar a respirar de nuevo.



(Baño / Erotismo Pamela Olate)




No me importaba la suciedad de ese lugar, tal vez, porque eso era lo que le acomodaba a mis pensamientos, tampoco me importaban las personas que esperaban su turno fuera para limpiarse los sudores nocturnos de las interminables noches de fluidos y salivas, vinos y cigarros, que se vivían día y noche en esa antigua casona de principios de siglo. El baño humeaba vapores corporales, se fundía en el aire espeso un aroma a shampoo barato y mierda pegada, y gotas caían sobre mi cabeza de ese techo que mis dedos jamás podrían alcanzar. La oscuridad de ese lugar me hacia caminar a tientas, esquivando con mis pies desnudos las cucarachas que hacían familia por cada rincón.

Y allí, esa vieja tina, con sus cuatro patas semejantes a un león hambriento, sediento de suciedad, esperaba inmóvil por mi cuerpo perdido, desesperado.

Un hilillo de luz se colaba por la pequeña ventana al lado del espejo raído y sucio. Miraba por entre las manchas desdibujadas el reflejo de mis ojos, cansados, agotados de tanto vivir, y la grieta acusadora entre mis pechos me apuntaba la dirección que debían seguir mis manos, inquietas de tanto recordar la áspera y musculosa lengua de aquella mujer joven e indiferente, que se había robado mi ansiada libertad.

Iniciaban el camino mis dedos presurosos y la humedad entre mis piernas era como miel que brotaba sobres sus rojos labios y tocaba mis endurecidos pechos como si no fueran propios, como si a través de ellos pudiera tocar los suyos. Tocaban la puerta, pero lo único que podía oír eran mis gemidos casi suplicantes, desesperados y universales, culminantes en la ira de mis actos. Abrí la puerta y la manilla quedó en mis manos, caminé por el largo pasillo, y como un amuleto del deseo incontenible se lo entregué al último sucio que esperaba su baño de alivio.




miércoles, 10 de diciembre de 2008

Ejercicio Uno





(Alvaro Cordero)


Si llega a pasar de nuevo es porque la desdicha es demasiada como cuando supe lo de la vecina y por no estar no estuve porque así son las cosas cuando no es una es la otra en vez de mejorar siempre pasa cualquier cosa y si no lo sabré yo Ah en tiempos como estos pienso en que mejor sería pasar inadvertido para distinguirme de entre los demás porque claro no todo es para siempre ya lo decía mi abuela que entre tantas virtudes tenía sus falencias la pobre señora que será de ella lo mas probable es que esté muerta bien muerta gracias a los años esos que arrasan con todo y ya después no queda nada nada de nada por la puta que terrible y en fin ya no puedo mas con esto hasta cuando pero estoy tranquilo después de todo medio confundido y temblando por sus palabras para luego chocar contra todo lo contario contra una pared de concreto macizo por sobre todo lo peor si eso mismo debería no verla más ni saber de ella ni llamarla y olvidarme de hasta donde vive pero como todo es tan irreal como un sueño de realidades paralelas que convergen separadas la una de la otra como si el cielo estuviera lleno de estrellas que parecen estar pegadas de alguna forma invisible pero fuerte y para que hablar del sol cuando llega la noche y todos se acuestan en camas con frazadas mientras todo da vueltas y sigue y sigue y sigue y no para porque no puede parar en estos momentos me gustaría hablarle y decirle unas cuantas cosas pero mejor no ya dije que no existe más bien hecho mala suerte que se vaya lejos mientras puede porque nada dura para siempre y estos ojos han visto demasiado ya de aquello estoy harto de pensar en lo mismo me odio a tal punto que desearía ser otro en mi lugar pero conservando las proporciones porque hay formas y formas de pensar y eso no es lo que quiero ni tocar su pelo nunca más jamás de los jamases porque para qué si ya no la quiero la extraño si porque no está pero apuesto que si estuviera no en todo caso sabía que esto pasaría aunque uno nunca está cien por ciento seguro de nada porque todo es cambiante esa era su principal característica como una maña que no se va hasta que se fue ella con todos sabemos quien eso es lo que me da mas rabia porque lo intuí pero como soy ciego a veces y sordo y loco no entiendo lo que pasa o no lo digiero hasta que en cada esquina veo un cartel que me dice que no valgo la pena que no valgo un peso pero sé que algún día mi suerte cambiará porque no hay mal que dure cien años como dicen aunque siempre uno escucha cada disparate que dice la gente Ah todo por culpa de ella y por mi culpa porque todo esto fue de a dos después de a tres y ahora quizás cuantos porque ya ni sé cuantos lo saben y ahora que hago a ver dime quizás donde anda ni llama ni calma tengo pero en fin para que seguir con lo mismo.


(Karina Cárdenas)


Sentir como los pasos ahora sin orden, uno después del otro, en bajada, no me acompañan, y uno después del otro pueden hacerme caer entonces más que una escala se vuelve una trampa que me obliga a concentrarme un instante más para no perder el equilibrio, porque de otra forma, ya no habrá después, y la rapidez del alma acelerada y sin descanso, no me dejará intentarlo otra vez, porque en ensayo y error camino por estas calles, por estas salas, subiendo y bajando escalas, porque al ascensor ya no puedo esperar.

Entonces la sensación constante de caer anula, despierta, tortura, me empuja y así el cuerpo buscando equilibrio, me convierte en un trapecista en su cuerda floja, obligando a sus pies a la coordinación más patética que he tenido que aceptar para que la cabeza no explote y las explicaciones no me las pida nadie, porque yo nunca aprendí a dar explicaciones pero lo hice todos estos años, hasta que todos de uno en uno fueron desapareciendo.

Las caras de las niña, la amiga, el novio, el amante, la madre, el compañero todos ellos juntos como un solo sueño se perdieron, y ahora los recuerdos confusos los construyen en otros , en otras manos, con otras voces y otros olores, en las mismas calles, los mismos parques, la misma casa, las mismas noticias en la tele que nunca se apaga, y todas las noches con los mismos bailes, con esta piel arisca, y desconfiada para no tocar ninguna piel que se deba olvidar para que ninguna cara se busque en los rostros confusos de los vagones a punto de frenar a punto de partir, cuando la señorita anuncia llegada estación, cuando las manos se apretan y sudan ansiosas por que el asiento del lado se ocupe con la voz de aquellos meses, con la sonrisa agotada de tantos sueños por construir, en los galpones de ensayos, en la madrugada de todos los días, con los textos en mano aprendiéndote el monologo del amigo que escribe y te promete fama, y yo con los deseos a medio cumplir, siempre yo quiero, me gustaría, el tal vez eterno de las explicaciones que intenta ahora convivir con el desorden del ajetreo diario, sin tiempo para descansar un minutos en los parques, y la micro se vuelve el único descanso para elaborar los proyectos, para darle sentido a la existencia, porque en subida y bajada he vivido sin tiempo para el error, porque nadie da nuevas oportunidades, y yo las pedí todas, y no he recibido ninguna.



(Pamela Olate)







Día a día te permito que lo destroces - velvet resuena en mis oídos - la ventana de cuatro colores me distrae mientras disfrutamos de la humedad de nuestras lenguas alguien mira por entre las rendijas de la puerta mal cerrada me pregunto que hago aquí en esta habitación tapizada de noticias del año 82’ mal oliente en esta cama hecha de aserrín afuera las tazas de baño rememoran las cagadas anteriores en aquel patio plagado de ratones fumemos de nuevo para magnificar el orgasmo venidero lo aseguro como si eso fuera un hecho ya son varios los días de insatisfacción por favor, por favor, funciona, que he hecho, ya nada es suficiente… Recurro a lo que más adoras de mí, lo se lo adoras, aquello que nos unió en esas calurosas tardes de febrero caminemos de la mano de nuevo por ese hospital. Miento miento miento miento miento ya no hay marcha atrás se que esto terminará en sangre, terminará con el aborto fantasma en la cabaña de la playa, terminará en el extremo sur ahí con las ovejas pariendo y muriendo terminará en la casa de la abuela tirando y mirando nuevamente la ventana de cuatro colores.



(Rodrigo Hidalgo)

A fin de cuentas ¿qué es el Arte? Una Mierda! recuerdo que dije en medio de los saturados parlantes Sonic Youth y las botellas de cerveza estallaron las risas de Yanis y claro, ya nos hemos vuelto a ver tantos años más tarde, pero sigue recordando ella ese episodio como sigo yo cada tanto volviendo a experimentar esa suerte de paréntesis en la realidad, con la pregunta ahí a cada rato ¿qué es el Arte? Como una duda existencial al fin y al cabo. Qué sentido tiene para mí, para el resto, que escriba, pinte o componga, que alguien te lea, aplauda o escuche. Qué hago con esta necesidad de que lo que haga reviente en el medio de las escaleras mecánicas, cuando ya nadie parece susceptible de nada, como cuando tantas veces yo mismo opto por la ceguera, por no ver, no ver sigue siendo una opción, cada día quizás más válida, pienso, lo he escrito esto ya otras veces desde otros lados, claro, porque también está el indesmentible hecho de mi miopía, y lo poco y nada que entiendo de artes visuales o de cine, como Cristina no viendo nunca el lado feo de la ciudad en sus caminatas apuradas de ida y vuelta al trabajo, por las escaleras mecánicas, lo feo nadie lo quiere ver porque es demasiado fuerte, lo feo es importante porque es verdadero, me decía ayer Pablo Paredes, pero Cristina tratando de explicarme una película que la emocionó hasta el llanto y sin embargo yo jamás le vi la belleza a la bolsita de plástico volando en el sucio aire de American Beauty, entonces quizás yo también soy un ciego, distinto a ella pero ciego, quizás qué trancas tengo, aunque cada vez que pienso en esto y de nuevo Sonic Youth y las cervezas, me desdigo porque qué trancas voy a tener si a la menor borrachera me pongo a contarles mis intimidades sexuales a desconocidos, o me desvisto, con lo cual ya he decidido parar un poco, porque a Mary ya le parece mucho, y pese a Yanis y a Cristina, Mary es el hoy y ahora, y claro, tampoco es que a uno le guste andar por la vida haciéndole pasar vergüenzas a la gente que uno quiere. Ahora que si me dicen que poner un pez en una juguera es Arte, yo vuelvo a preguntarme qué es eso, y sigo sin encontrar una respuesta que me satisfaga.


lunes, 10 de enero de 2000

Ejercicio Dos




(Rodrigo Hidalgo & Karina Cárdenas)




Sra. Ángela Figueroa Contreras:


Le dirijo la presente a través de todos los diarios del país para pedirle encarecidamente que tenga a bien, siguiendo el mismo procedimiento, informarle al país entero dónde es ubicable, cuál es su paradero y ojalá un número de teléfono.
El caso, señora mía, es que en el directorio telefónico hay un error: su nombre sale como domiciliado en mi casa y su número corresponde en realidad al mío. Lo más cómico es que dicha información debe estar en manos de todos quienes con usted tienen contactos o negocios. ¿Cómo ha sido posible esto? No lo sé. Lo real es que de un tiempo a esta parte –digamos 3 años- a usted la llaman a mi casa.
Tengo, más que pedirle, que rogarle que se ponga en mi lugar. Usted debe saber que más fácil es pedirle esto, que conseguir que la Compañía de teléfonos comprenda el error y lo enmiende. Como le digo, hace años que vengo presentando una queja para que rectifiquen la información sin obtener resultados. Curiosamente cuanto he insistido con la compañía de teléfonos, lo mismo que con los que evidentemente son sus acreedores, e incluso con sus conocidos y amigos, ha sido en vano. No entiendo tampoco cómo es que las casas comerciales donde tienen sus datos, y que persisten con una majadería absurda, no entienden de una vez que “acá no vive ni ha vivido nunca ninguna Ángela Figueroa Contreras”. Me parece objetivamente que para todos es misterioso el que estas casas comerciales se resignen tan cómicamente a golpear una puerta que no es, que inviertan tiempo y personal en ello, y que pierdan supongo sumas de dinero que ahí ya no sé a cuánto ascenderán.
Corresponde que aclare algo. Verá: nunca pudo el 5568670 haber sido de nadie más que mío y de mi esposa, pues el departamento lo compramos cuando recién hubo sido terminado de construir, hace ya 25 años, y la línea fue contratada y colocada por nosotros mismos sin que a la fecha hayamos cambiado de número.
Nota al margen merece la angustia de otras personas, sus cercanos, que no es menor. A estas alturas comprenderá que hemos optado por conversar derechamente con todos quienes le llaman a usted, y en ese sentido me permito felicitarla por la gran cantidad de amigos y amigas que están al menos de la boca para afuera preocupados por usted. Como puede apreciar, he tenido que investigarla un poco, y sabe usted muy bien que no están los tiempos para eso. Quiero ser muy claro: me refiero a las olas de secuestros que se suceden en nuestro país desde hace un tiempo. En ningún caso estoy aludiendo a lo que los marxistas y los cerdos comunistas andan diciendo por ahí en alusión al Gobierno de mi General. Proclamo públicamente mi posición apolítica pero simpatizante del régimen.
Como verá soy una persona pacífica y razonable. Y he pasado de la inicial rabia al desconcierto más absoluto y a la desesperación más bien. Le llaman a usted en los momentos más insólitos e inoportunos. Me siento completamente víctima de una virtual usurpación de número telefónico.
Otra cosa que no entiendo es cómo civilmente ha podido usted vivir durante estos últimos años. Y cómo su caso no ha llegado a las noticias, siendo sus amigos tantos. ¿Está usted desaparecida o secuestrada? No lo tome a mal: ¿está segura de que no se habrá muerto? Perdóneme. Al menos según el Registro Civil, no. Insisto: no es mi intención por supuesto desearle ninguna tragedia. Por favor. Lo cierto es que hace rato le perdieron la pista, parece, no lo sé, es como si se la hubiera tragado la tierra… me pregunto: ¿se estará usted escondiendo de alguien?
Por último, junto con pedirle señora mía que dé noticias públicas de su situación, y con informar a la ciudadanía que usted no vive en mi casa ni tiene mi número; aprovecho este espacio para pedirle públicamente a Investigaciones de Chile, que se apiade de mí e interceda para ubicar a la ciudadana Ángela Figueroa Contreras.
Sin otro particular, me despido atentamente.


Alberto Nicanor Paredes Paredes
10.777.013-2
Domiciliado en Calle Roberto Espinoza 1530,
Población Huemul, block 24, departamento 2-C. Teléfono 5568670.
Santiago, 24 de octubre de 1980

(Rodrigo Hidalgo)



Santiago, 1 de Noviembre 1980.

Sr. Alberto Nicanor
Me es bastante difícil responderle, pero de todas formas lo haré pese a los inconvenientes.
Le escribo porque sorprendentemente, me han enviado en un sobre la carta recortada que usted ha publicado en el diario, y que hace unos días he encontrado en la puerta de mi casa, lo cual ha decir verdad me molestó mucho, pues es evidente que la gente perdió el habito de dejar la correspondencia en los buzones. No es que me moleste la pérdida de hábito, sino la posibilidad de nunca haber recibido algo tan importante para mí como esto.
La sola posibilidad de que no hubiera ocurrido me hace sentir un escalofrío en mi espalda.
Agradezco a quien haya sido, pudiendo probablemente ser un amigo, que quiso ayudarme en mi desesperación.
Ahora bien, y volviendo al asunto, me he atrevido a responder su carta, aún sabiendo que no es conmigo con quien necesita aclarar ésta situación que a usted tiene tan conmocionado.
Le cuento que yo he conocido a Ángela en éste último tiempo, y le aseguro que el enigma sobre ella no lo tiene solo a usted aproblemado, si yo fuera a contarle toda la historia creo que incluso podría ponerse en mi lugar, aunque a decir verdad el temple de su escritura me dió a entender que es un hombre muy duro.
Ángela, una estudiante más de Historia que conocí en la facultad, llegó por casualidad a mi vida, presentada por otro amigo, en un día en que todos nuestros compañeros se habían reunido para decidir que hacer con el posible cierre de nuestra escuela.
Así fue como la conocí, ella lideraba la asamblea y yo por invitación de un profesor me quede para oír como resolverían el asunto.
Le explicaré que yo soy un estudiante de primero de la misma escuela y que en asuntos de ésta magnitud nunca pensé en participar.
Pero el destino me había preparado otro camino, así que entre aplausos, discursos, y planes de acción, terminé acercándome a ella, admirado por su locuacidad y compromiso. (Lo cual a decir verdad se mezclaba con su hermosa cara de niña, que contrastaba enormemente con su fuerza al hablar).
Así pasó el tiempo, y nos convertimos en grandes amigos, hasta que un día sin más preámbulo decidí que era la mujer por quien el mundo había cambiado para mí, y era con ella con quien yo, lo volvería mío.
Si yo pudiera contarle de los días, en que solo con un trozo de pan, y una bebida, aguantábamos las largas jornadas de organización universitaria, y de cuantas noches que entre canciones y, poesía, nos sentíamos dueño de una profecía que pronto se cumpliría y que nos haría libres.
Si yo pudiera, pero la verdad no sería prudente revelar tantos secretos, sentimientos profundos, cada uno con el corazón en las calles, buscando siempre, por siempre, ella y yo, nosotros y los demás.
Pero el destino otra vez hubo de volcar mi suerte, y así como apareció, en un instante se perdió, y fui a buscarla por todos nuestros lugares, preguntándole a los compañeros, a los amigos, en cada esquina, por las iglesia, las morgues, los cuarteles, y nadie pudo darme razón de ella, hasta que un día encontré entre sus libros un carnet de la universidad donde aparecía su dirección, a donde sin dudar la fuí a buscar.
Así yo y un amigo, fuimos una noche y al tratar de mirar por una ventana, la vimos a ella, discutir con un hombre y una mujer que lloraba, entre gritos. Y ella con un bolso en mano, recogía unos libros rotos en el suelo.
Quise ayudarla y rescatarla de tanta violencia e injusticia, al escuchar decirle al hombre: papá ahora yo decido que quiero, y tú no me dirás como es el mundo, yo ya lo he conocido lo suficiente, abre tus ojos, ¿o me matarás como lo ha hecho éste gobierno? Tortúrame, humíllame, pero ya no puedes volver a tras soy más libre que tu, más que todo quien quiera rebatirlo. Que tristeza que tengas tanto odio en tu corazón…
Fue ahí donde ella recibió un golpe y cayó al suelo. La madre rápidamente la levantó y ella sin orgullo la besó, y salió corriendo hacia la puerta con las pocas cosas que alcanzó a recoger.
Corrimos detrás de ella, hasta que al fijarse que era yo se detuvo y me dijo que por favor la dejara sola, que quería pensar y que nos veríamos por la mañana en la facultad.
Si pudiera describirle el miedo que sentí al besarla, y escucharla decir que me amaba. Fue como una señal que me advirtiera que no podía dejarla ir, pero lo hice, y de eso me he de arrepentir por siempre.
Eran las 11 de la noche y yo la dejé ir sola. Nadie como yo merece perdón, solo ella podría hacerlo.
Pero nadie como usted podrá recibir perdón alguno que lo haga morir en paz, ningún padre con un mínimo de amor por su hija la habría obligado a huir de casa y perderse en la noche, exponiéndose a una dictadura que fluye por la calles, y nos persigue hasta en nuestros sueños.
Tal vez porque no era su padre verdadero, pero yo se que usted la crió desde que nació, y que la amó, como si fuera propia.
Sí, se cada historia desde que usted se casó con su madre, cuando ella con 5 años, le tomaba la mano y caminaba feliz por el parque, o cuando un día usted decidió adelantar la navidad, para pasarla con su familia, pues debía viajar por un trabajo al norte.
Sé cuanto la amó, y es por eso que me desconcierta su actitud tan hostil hacia ella.
Pero sé que su dolor debe ser más fuerte que el mío, y el de todos quienes aún esperamos su regreso, sé de su desesperación e insomnio, créame también lo vivo.
Porque sé que la busca incansablemente, y que éste recurso es el único que podría acercarla a ella, si es que un día cae en sus manos, el diario con la página abierta de las cartas del público publicadas por las mañanas.
Porque éste es el último recurso que le quedó antes de tener que resignarse y exponerse a revelar la verdad, como lo de los de los panfletos, de las conversaciones empapadas de revolución de los almuerzos familiares que terminaban en peleas, de las huidas por la ventana para asistir a la asamblea con los compañeros, de aquella noche cuando su hija le contó que se dejaría la universidad para unirse a sus compañera y liberar éste país.
Noche en donde usted con rabia la golpeo tan fuerte que calo su rabia hasta el fondo de su corazón y destruyo la única familia que hubo de conocer usted desde que nació.
No lo culpo, porque no soy yo quien lo juzgará, sé que el miedo transformo a la gente, y que por temor a perder su familia, tuvieron que sumarse y permitir una caravana de terror y dolor que somete y ultraja día a día a éste país.
No lo culpo, por que sé de todo su show, en busca de una mujer que sin vergüenza dió su teléfono y dirección para ser ubicada, y que probablemente prefirió al ser capturada entregarse para que no fueran por su familia.
Solo le pido que sí en su búsqueda por Ángela, logra que un día ella le conteste, y confirma que ésta viva y no en las manos de los captores, le diga que yo también la sigo buscando y que la amo.
Solo le pido que usted le diga que usted también lo hace y que entre todos podemos cuidarla, y ayudarla a construir sus sueños.
Me despido, disculpándome por no firmar con mi nombre y dirección, y por tener que dejar ésta carta en el piso de su patio donde prontamente la encontrará, pero usted no tiene buzón.
(Karina Cardenas)




(Alvaro Cordero & Eugenia Prado)

Claudia,

Quiero que sepas que para mi es muy difícil decirte esto, pero dadas las circunstancias me parece que es preciso. Si quieres que te explique por qué te besé en los labios cuando nos quedamos a solas en las duchas, me temo que no puedo. O mejor dicho, creo que ahora si. Hay cosas que suceden como una especie de movimiento reflejo del que después puedes encontrar sus causas, pero también sus repercusiones. Debe haber comenzado cuando terminé con Antonio, cuando me abrazabas en la plaza aguantando mis ríos de lágrimas estoicamente contra la corriente. Cuando en clase miraba por la ventana y veía las hojas de los árboles cayendo sobre el suelo de otoño, me volvía inconcientemente a mirarte. No sé como pude ser tan ciega. Su recuerdo no me dejaba en paz, me nublaba la vista, pero cuando el viento por fin se lo llevó, tus rayos cayeron sobre mí dándome serenidad. Hasta esta mañana, cuando te vi desnuda y pude ver lo hermosa que eres. Esos pechos que tantas veces vi cuando te prestaba mi pijama y te quedabas a dormir en mi casa, terminaron por seducirme. Tenía que tocar tu piel, suave y blanca. Juntas, abrazadas desnudas y húmedas besándonos en la inmensidad del espacio es lo más poderoso que he sentido nunca. La confusión en que estaba desapareció y ahora soy libre de decirte que te amo y que eres todo lo que necesito. Sé que al leer estas palabras debes sentirte como yo en un principio, así como también sé que quizás no quieres volver a verme. Créeme que quise decírtelo, pero cuando fui a tu casa nadie abrió la puerta. Sé que estabas ahí, sé que me viste por la ventana, porque percibí un leve movimiento en la cortina. Lo único que quiero hacer ahora es verte, aunque sea por última vez. Juntémonos mañana a las 11 en la plaza. Me pondré la polera de Pucca que te gusta, la que decías que se parece a mí. Te quiero, un beso.



(Alvaro Cordero)



¿Cómo has podido resistirlo?

Has dicho Antonio? Cuando terminé con Antonio? Acaso no recuerdas que era yo quien lloraba por él y que juntas jugábamos a que sería el hombre de mi vida. Sabías que sólo con él me sentía plenamente a gusto. Pronto, empezaron las extrañezas, a veces los sorprendía mirándose y me invadía el horror. Empecé a sospechar.
Cuánto tiempo pasó hasta que se decidieron a contármelo todo? Cuánto tiempo y cuán lejos de mí, cuando mis celos se instalaban inclementes a tus súplicas. Y así lentamente ibas atrapando su atención. Todo para mí se volvió cada vez más terrible hasta cuando supe que estaban juntos y que yo estaría de más. Y todo fue cada vez más lejos de lo que pensábamos, cuando pude verte otra vez de vuelta, pensando que Antonio nada quería de nosotras salvo la rabia de sentirse utilizado, de modo que tu confesión ahora no me sorprende para nada. Sabía que sólo era cuestión de tiempo.
Recuerdas cómo llorabas desconsolada el día que él te dijo que existía otra persona. Recuerdas cómo te abracé tantas veces, para resistir tus lágrimas y éramos cada vez más amigas y más cómplices, cuando yo sólo me ocupaba de acogerte.
Mi querida Claudia, nos imaginé tantas veces abrazadas y desnudas, tan cerca del perfumado tejido, y pensaba en como lo disfrutaríamos cuando estuvieras lista. Y ahora, que el tiempo ha llegado de las confesiones, tengo que confesarte que sí estábamos ahí cuando deslizaste tu carta bajo mi puerta. Finalmente seremos un amor expandido, pues la falta de cordura es lo que nos ha unido desde siempre. Lo que no podíamos entender, era cómo pudiste resistirnos tanto tiempo?
Nos vemos en la Plaza mañana a las once en punto.
Antonio me ha pedido que no faltes.
Con amor, Claudia
(diciembre 21, de 2008)
(Eugenia Prado)





(Pamela Olate & Rodrigo Beas)



Mi más querida desgracia:


Ya no es desde la ira que te escribo. Han pasado meses desde la última vez que nos hablamos, desde que nos dijimos aquellas cosas que el tiempo no borra. Esta misiva es simplemente para pedirte algunas cosas, se podría decir, cotidianas. Quiero pedirte encarecidamente que saques tus cosas de mi departamento. En el dormitorio se te quedó un cajón lleno de gritos. Que desagrado es abrirlo y escuchar tu voz repitiendo las mismas cosas siempre. Que hasta cuando, que para qué, que por qué, que me voy, que ya no aguanto más, que quiero recuperar mi libertad… bah! En el clóset olvidaste tus largos abrigos negros, esos que usabas para cubrir y arrastrar las evidentes derrotas… ¿ahora caminas por la vida como un perdedor?
Debajo de la cama… uf! debajo de la cama está el millar de palabras que alguna vez tuvieron sentido para los dos… amor, complicidad, confianza, locura desmedida, letras, números, música, planes… esas cosas aun no me animo a barrerlas y tirarlas a la basura… si quieres puedes llevártelas, que yo, ya no las necesito, solo requiero el espacio vacio para llenarlo nuevamente con palabras que ahora comparto con otra persona.
En una bolsa, ojo, de género, no de plástico – esas dañan el medio ambiente- deje tus sábanas favoritas, unas suavecitas, las necesitarás, supongo que serán las únicas que acaricien tu piel en los momentos de soledad en que te encuentras. No olvides traer cloro y una esponja, para que limpies con especial dedicación los vómitos pasados, las falsedades que escupías sobre la especial conexión que prodigabas con respecto a tu relación con el universo…
También te pido que cuando vengas, no olvides traer, en una caja azul, mis canciones favoritas, principalmente aquella que habla sobre nosotros, en un parque sentados, yo rescatándote de tu angustiosa y profusa vida gris, y tú rescatándome de la tediosa monotonía de mis atribulados días. Por favor! No las olvides, que desde el día en que te fuiste no he podido oírlas nuevamente.
No quiero molestarte, pero cuando hacías tu maleta, vi que ponías debajo de tus copiosas lagrimas, un trozo de mi orgullo herido, las alegrías momentáneas y mis recuerdos (aquellos que necesito para poder olvidar) Te ruego que me los devuelvas.
Espero cariño, no haber olvidado nada.
Me despido, ya no con deseos incontenibles, ni con un querer inconfesable, simplemente con el amor que tiene un amo a su pequeña mascota ( ¿recuerdas lo que amo a mi perro? )
Bimba.


(Pamela Olate)



QUERIDA:


Una gran sorpresa causaste con tu misiva que más bien parecía un misil en pleno movimiento que te urgía introyectar en alguna parte de mi cuerpo.
Me alegra que practiques un poco de maldad en tus palabras, y que descargues tus rabias. Debo precisar algunas cosillas que me parecen un tanto injustas, sin embargo.
Qué agrado que cuando abras tus cajones escuches mis gritos de libertad, porque la verdad es que me agoté tanto en explicarte una y otra vez el concepto, siempre me quedé con la sensación que no lo entendías.
Y para que te quede más claro: Quiero recuperar mi libertad para liberar mi significante, mirar con agudeza lo que lo otros no ven, sublimar la diferencia, apropiándome del propio deseo. Y para hacer ese complicado ejercicio, no te necesito a mi lado, más bien, me acomoda usar mi abrigo y ocultarme de una multitud enajenada.
Mi querida, pongo en mi duda que usted esté con otra persona, porque, ayer vomité una angustia, tras un sinnúmero de sollozos que me sacudían con largas horas de lagrimas sin llanto. Fue ahí, cuando levanté la tapa del inodoro, suplicándole a diosito que me arrojara al hoyo negro para luego bajar la palanca que me llevó a un largo viaje en las cloacas, un lugar que sentí como propio. Sabes querida, cuando navegaba por los ductos te vi pasar en la dirección contraria, con una mirada invisible y un aborto fantasma en la mano. Antes, de saludarte, preferí seguir babeando angustia para desembocar en el mar.
Mi querida, no todo es malo en la vida, pero cada uno debe enfrentar sus diablos a solas y no insistir empecinadamente en hacerlos bailar una danza tétrica.
Yo tuve momentos felices contigo, que se relacionan con la energía del universo esa que hablas en tu misiva-misil, pero que pareces no comprender del todo. Recuerdas cariño cuando, amarrados a un árbol, nos hacíamos el amor, compartiendo, fundiéndonos con un entorno frondoso, mientras inventábamos a destajos juegos y reíamos. Nada importaba. ¿Recuerdas? Sólo tú y yo y nuestra construcción que nació bajo el alero de una continua reinvención de movimientos, percibiendo el mismo ruido el mismo goce, una sincronía hermosa. La voz del universo, un sonido cósmico nos recorría, colmando todos nuestros orificios hasta el infinito. Brotaban secreciones, se mezclaban conformando un cocimiento, era nuestro amor.
Así era, nuestro amor, y ya no lo es. Un beso tu perro


(Rodrigo Beas)