lunes, 22 de diciembre de 2008

Ejercicio Tres

(Bar / Ira Rodrigo Hidalgo)






- Y por qué mejor no te vai a la conchetumadre, hijueputa?

Por entonces mi vocabulario rondaba con frecuencia esos lugares soeces. La verdad es que mi vida se estaba yendo progresivamente al carajo. No tenía empleo, Nadia estaba embarazada y había declinado, pese a mis súplicas, hacerse un aborto. Maldita necia. Qué rayos íbamos a hacer con un crío. Éramos un par de profesores de filosofía con poco más que la rabia para masticar. Y ya hacía rato que veníamos escupiéndonosla entre nosotros mismos. Cuando Enanóstenes me propuso trabajar con él no lo dudé un segundo. Era una pésima idea, pero era al menos algo con lo cual intentar generar ingresos antes de que la madre de Nadia terminara convenciéndola de demandarme o algo por el estilo. Así fue como comencé mi labor de administrador y barman en el “Platón”. Básicamente iba a seguir moviéndome entre punks borrachos y filósofos de cuneta, sólo que ahora debía cobrarles las cervezas en vez de compartir con ellos el brebaje.

- qué te pasó Julereitor? Ya no reconocíh a loh amigoh culiao?
- Sale de acá no más Chancho, no me vengai con hueás, si no tenis plata no te puedo fiar acá.
- Chucha que estai cambiao Julereitor
- Ya, vai a empezar a hablar hueás
- Tai entero aburguesao Julereitor
- Ya, ya, sale de acá conchetumare

Enanóstenes se consiguió el dinero con sus padres y arrendó, con patente y todo, el mismo local que años atrás frecuentáramos bajo el astrológico nombre “Plutón”. Era un ínfimo tugurio de mala muerte y bajo nuestra administración iba a seguir siéndolo. Una vocal de diferencia que nos pareció de lo más significativa. Cuatro mesas con cuatro sillas cada una, una barra con 3 bancos, las paredes rayadas por completo con consignas tan profundas como “kiss my ass”. Y los baños: un perpetuo charco fétido, los servicios sanitarios eternamente en mal estado. Hechas de un material apenas más sólido que una plancha de cartón-piedra, las paredes estaban plagadas de suciedad de origen insondable, y sobre los lavabos, los espejos, rotos en sus 4 esquinas, salpicados de caca de generaciones y generaciones de moscas. Y los parroquianos, sin asco alguno, yendo a esnifar su raspado de muralla a esos rincones infectos. Todos tipejos más o menos como yo. Una fauna de vendedores y juniors, de inmigrantes y cesantes con el gusto por la música violenta como único punto de encuentro. Mi tribu. Y el “Platón” como nuestro hábitat, ad hoc para gente inmune a la inmundicia, curtida, ruda, harta de todo, tomándose sus miserables sueldos para aplacar la sed, una sed absurda. Sujetos maltrechos, derrotados, oyendo baterías y guitarras estridentes a todo volumen, hablando de sandeces la mayor parte del tiempo, cultivando con algo de morbo la mala hiel, largando chispas por los ojos embotados, maldiciendo nuestra suerte de sobrevivientes en el pudridero. Verlos a diario era enfrentarme a mi propio reflejo multiplicado por veinte. Los pelos de la nariz asomando entre las fosas nasales, la piel reseca del cuello, el pelo seboso oliendo a champú barato, los dedos de las manos amarillos, el cristal de los ojos como vasos percudidos, tatuajes bajo las camisas, dentaduras crispadas, uñas negras, alientos al borde del abismo. En el aire un tácito tócame la oreja, maricón, anda, tócame la oreja.

- Oye flaco, tráeme una cerveza pos loco, hace rato que te la estoy pidiendo.
- Al tiro compadre
- Oye Julereitor què onda? Me vai a fiar una chela o no?
- Ya te dije que no Chancho, ándate de una vez hueón, toy trabajando
- Sabís qué más Julereitor, me voy a sentar con los socios locombianos, esos gallos tienen más bolas que voh culiao, te apuesto que me invitan una chela
- Ya, ya , anda a bolsear a otro lado Chancho culiao, me tení chato
- ¿Oye flaco, qué onda? ¿tai pa chacharear con el jote de tu amigo o pa atenderme? ¿qué chucha tengo que hacer pa que me traigai una puta chela?

Cada tarde, camino al “Platón”, comenzaba a zumbarme en la cabeza el moscardón. Porque ¿qué rayos iba a hacer finalmente? Lo peor era dudar, pensar que llegaría a constatar que el imbécil de mi hermano tenía la razón, y que a los 30 años no se podía seguir vistiendo de negro y bototos. Mierda. Ni cagando. No podía ser. No iban a acabar conmigo así como así, no señor. Siempre había la salida estoica, la cínica. Ya encontraría algún lugar donde poder ganar el maldito dinero sin tener que ponerle precio a mi cabeza. Respirar hondo y calmarse. Enanóstenes al menos podía recurrir a la bajeza de su familia acomodada. Yo no iba a recurrir a mi hermano. No señor. Viviría como me lo había propuesto y trataría de enseñarle a mi hijo el valor real de las cosas. No su precio. Ves las calles Teseo? Ves a la gente en las calles? Miles de años atrás era igual, la gente iba de un lado a otro, como tú y yo hijo mío, los mismos de ahora, sí, los mismos, y era tan simple todo Teseo, caminar, beber agua del río, arroparse en la selva cuando hacía frío, y bajo la tierra cuando llovía. Ahora seguimos andando sin saber dónde, pero tenemos prisa. Yo no sé cómo comenzó todo esto hijo mío. En algún momento se torció todo Teseo. El ser humano cedió paso al individuo, y en tanto individuos estamos solos hijo mío. Solos y abandonados para rascarnos con nuestras propias uñas la mugre que llueve a diario desde todas partes. Desde la leche materna que bebes control nutricional mediante, hasta la última brizna de sucio aire contaminado que respires en tu miserable existencia Teseo. Y lo único que nos queda es la risa y la rabia Teseo. Ten siempre una carcajada y un golpe de puño listo Teseo, para defenderte del mal que se ha apoderado del mundo. Para salir a la calle y levantarte cada día, para enfrentar la marejada, el ruido de las calles, el permanente sonido del intercambio de monedas detrás de cada rostro, de cada ventana, de cada esquina. Y mira siempre lo que sucede paso a paso. Mira lo feo, porque allí está la verdad hijo mío. Mira las bolsas de basura donde hurgan los vagabundos, rodeados de perros con tiña, coronados por una aureola de moscas. Sopla con fuerza y busca la libertad entre la espesa espuma de los días, Teseo. Llegarás así un día al Platón, y te preguntarás qué habría dicho el griego de este tugurio lleno de malparidos, metáfora de los tiempos.

- Hola flaco, tráeme mi chela de siempre, querís?
- Al tiro compadre
- oye Julereitor, cachai a este gorila o no?
- sí poh, viene siempre
- es medio neo nazi parece
- no me hueís
- lo ví la semana pasada con unos cabeza rapadas pegándole a unos cholos
- oye flaco ¿qué onda? ¿me traís la chela o la tengo que ir a buscar?
- ¡Al tiro compadre! (de ahí me seguís contando)

Porque claro, un bar era un bar, y un cabeza rapada era un cabeza rapada. Y el problema era de uno para reservarse el derecho de admisión en un local de mala muerte donde todos los abandonados de la razón se sentían en pleno derecho de ir y ahogar y desahogar sus trancas. Había que espantar el moscardón. No Teseo, este planeta no es para ti. Voy a encargarme de que no vivas esta mierda. Te heredaré la tenacidad de las cucarachas para sobrevivir a glaciaciones y meteoritos. La resistencia que oponen las pulgas cuando se las aprieta entre las uñas. La determinación con que las garrapatas se aferran a su huésped. La porfía absurda de las polillas acercándose al fuego. Algo así. La rabia. La rabia hijo mío, nuestro alimento. Como el mío, tu organismo pervivirá, como si tuviera ánimo propio, con una persistencia majadera capaz de sobreponerse a las fuertes dosis de todo tipo de drogas y sustancias tóxicas suministradas voluntaria e involuntariamente. Voy al baño. Respiro hondo, calmarse. Sí. Sigo vivo. Aquí estoy todavía, mentecato, deshechos los pulmones, hígado, estómago y esófago, los nervios y músculos agarrotados, sudando frío, fascinado como un niño con su pene, hurgueteando con las uñas en mi Thánatos, sentado frente a ese otro que se supone existe. Ese otro que soy yo mismo, multiplicado ad infinitud como en los ojos de las moscas.

- Qué onda flaco? Quiero hablar con tu jefe.
- Qué pasa socio?
- Tu jefe flaco, está tu jefe o no?
- No socio, estoy solo yo a cargo de todo este asunto, pasa algo?
- Mira flaco, te lo voy a decir así. Tú me hai visto que yo vengo siempre acá o no?
- Sí
- Soy un buen cliente, te pago y te dejo propina, cierto?
- Sí
- Me veís mal vestido? Roñoso, hippiento?
- No, para nada
- El pelo corto, todo bien en su sitio cierto?
- Sí, sí, pero cuál es el tema compadre?
- Sabís cuál es el tema compadre? Que si ya me aguanto el mal olor de tu baño, lo mínimo que espero es que la atención esté a mi altura, cachai flaco?
- Te atendí mal?
- No, pero yo no puedo estar sentado al lado de esos peruanos de mierda que tení tomando en esa mesa, me cachai o no? lo que te digo?
- …
- Saca a ese par de peruanos de acá si no querís que quede la cagá flaquito.
- Mire compadre, yo no puedo hacer lo que me pide, no puedo. Ellos pagaron su consumo y
- SACA A ESE PERUANO DE ACA TE DIGO
- Mira loco, en primer lugar no son peruanos, son colombianos
- MESTAI HUEVIANDO FLACO? MESTAI HUEVIANDO?
- Si no te gusta compartir el local con extranjeros, podís tomar tus cosas y mandarte cambiar. No me paguì ni una huevá, vírate no más.
- ¿QUÈ HUEVÁ ESTAI HABLANDO PENDEJO CULIAO? POR QUE NO ME ECHAI DE CHILE TAMBIÉN SACO DE HUEVAS?
- Y por qué mejor no te vai a la conchetumadre, hijueputa?

Bienvenidos al rito de la sangre. Botellas rotas. Música violenta. Gritos y amenazas. Sirenas y balizas. Sangre. En las paredes, en el suelo, en las mesas y sillas, en los vasos. Sangre en las chaquetas de cuero negras, en las botas negras, en las poleras sin manga negras, en los jeans rotos negros. Sangre en los piercings, en los tatuajes, en las manoplas, en los cinturones. Respira hondo, Teseo. Bebe tu rabia y respira hondo. Trata de calmarte.





(Carretera / Ansiedad. Rodrigo Beas)





TU, LA PEOR ENFERMEDAD

El cuerpo daba señales. Ruborizadas manos transpiraban sollozos húmedos, un inminente suicidio amoroso aterraba la piel sometiéndola a horrible expresión. Bombea el corazón despachando sangre incesantemente sobre una abatida musculatura. Pero ella, la protagonista del remolino interno, abandona gélidos músculos, dejándome blanco de miedo.


- “Lo que pasa es que no estoy enamorado de ti”, como si se tratara de la muerte de una transacción sin importancia, sentenciaste.

Evaporarse como una rata que se espanta de un humano, trepando fugazmente por una desconsolada carretera conocida. El acelerador está en equilibrio con un cuerpo excitado por una vibrante ansiedad la que enciende mecanismos de una máquina que reclama alaridos que entonan un tango que sintoniza con un tics que sacude un párpado intermitente.

La tensión en la garganta amarra un silencio resonante habitado por palabras obstruidas. En plena carretera, el llanto se esfuma derecho al mar para vaciar lágrimas y tan solo seas una gota de esa profunda inmensidad.

La noche se acerca,la luna se presenta como un cuchillo gigante amenazando incrustar su pena sobre mi cabeza para bautizar un ahogo desesperante. Un letrero en la carretera promocionando un dulce pisco sour intenta bañar el borde superior de mi estomago que lucha contra la fisura instalada. Pero balas de dopaminas desparraman desde mi corazón relámpagos calcinando cerros saturados de ansiedad.

El motor rechina, humedecidas manos insisten empecinadamente sudar lágrimas que hacen resbalar un manubrio esquivo. Asomo las palmas una a una contra el viento, fuera del vidrio, traspirando penas a la brisa.

Letreros aseguran que el estado de las cosas no va a cambiar y no puedo cruzar el túnel porque dice cerrado por melancolía, con silabas tintineantes iluminando una garganta obstruida de silencios oprimidos. Devolverse en esa carretera -por la que tantas veces viajamos contentos al océano- tomando una cuesta alternativa. Ya en la cima del retorcido camino su grueso espesor instala la niebla ,y en medio de esa brumosa realidad, diagnostico la enfermedad que llevaba tu nombre: la PPR.

Decidí entregarme a los designios de la luna, para que enterrara su afilado espesor en el centro de mi cuerpo, tal como se destripa un vampiro.

Mas un sinnúmero de imágenes instalan intermitentemente una confusión mental que crece: imagino tu imagen pronunciando las escuetas palabras del suicidio, dolor ininterrumpido a cada instante en que te apareces sin ser invitado, intermitentes recuerdos resisto de ti, no quiero imaginarme, que te imagino, como cuando te imaginaba intermitentemente en mi imaginación: un tormento complejo, estructurado en una enmarañada circunstancia desgraciada

La luna como una sombra no me deja de mirar, interpelándome, me persigue, alucinandome, mientras me enfermo en un rincón inconexo, en una lejanía que me azota con las palabras del suicidio anunciado.




(Ascensor / Delirio Karina Cárdenas)

Ascensor

De suspiros, de temores, de extraños sueños

El ascensor, que sube y baja,

El vomito por dentro que se revuelve

Estas jugando con el control, lo tienes y quieres que se caiga

Lanzo una carcajada porque sé que lo haces

Eres un niño con los botones apretados

Las manitos resbalosas con olor a candy

Y yo que con el ansia me quedo aquí, escondida,

Necesito que me ayudes porque allá afuera alguien me jala los brazos como solo tú una vez lo hiciste

Porque cuando quiero quedarme los puños en la espalda me obligan a avanzar hasta que de pronto me veo fuera, con la puerta celestial

Ya pos cuando si

Cuando no

Dime cuando debo salir, y cuando tengo que esperarte aquí dentro en esta cajita bien hecha, que pudiera atraparte, y abrazarte hasta que sin más los pulmones como masas se revienten,

Dime entonces cuanto tengo que golpear esta puerta para que afuera la escuches y decidas venir a abrirme y dejarme entrar,

La sangre se me vuelve toda como rio, y recorre estas paredes

Entra a los botones de cada piso y llega hasta el cuarto de servicio de la voz que en caso de emergencia debes apretar para no quedarte una noche encarcelada

Parece que otra vez se cortó la luz, y esta oscuridad amante que me habla al oído te restriega los celos en el piso.

Y tú en venganza me rasguñas las piernas, me gritas por todos las esquinas, hasta que de pronto me contraigo toda y los pies se me vuelven aletas.

Como querría que nos tiráramos al mar. Tal vez te saldrían igual aletas, ojos vidriosos y una boca fruncida que fluyera burbujas,

Me duele el pecho al pensarlo, de cómo podríamos nadar hasta que en el fondo el silencio nos aliviará la pena profunda.

Pero a cambio nos quedamos en ésta celda días enteros,

Y luego, tú como esencia por todas partes adentro o afuera intentas abrirla

Me duele la cabeza de imaginarte con los ojos en mi rostro,

Desasiéndome

Inventándome

Otra vez pensando, quienes somos, un segundo con el otro, susurros que no me dejan dormir.

Que me recuerdan, que me dibujan en las manos tu cuerpo

Sentando en el suelo, golpeándolo, las venas hinchada de rabia

Y yo que con mis aletas te empujo

Para que me dejes apretar el botón de salida,

Y tú que con tu lengua letal aprietas el dos y este piso es impar.

No quieres que bajemos, y prefieres que te cuente como deje que los otros se burlaran de mi cuando niña, que si tu hubieras estado ahí, ahora hablaría, reiría, soñaría, que tu, que si tu hubieras estado, no sería tan difícil pensar en el futuro.

Pero a cambio me pides que me quede adentro en esta cajita que nunca se abre,

Que nos miremos en el espejo mal hecho que nos retuerce el cuerpo y la boca, que nos convierte en monstruos, y que te divierten

Que parezco una bruja y tú un guarisapo

Que es la mejor combinación,

Que afuera nadie nos espera

Que se acaba el aire,
Que las branquias deberían salirnos en este instante para empezar a respirar de nuevo.



(Baño / Erotismo Pamela Olate)




No me importaba la suciedad de ese lugar, tal vez, porque eso era lo que le acomodaba a mis pensamientos, tampoco me importaban las personas que esperaban su turno fuera para limpiarse los sudores nocturnos de las interminables noches de fluidos y salivas, vinos y cigarros, que se vivían día y noche en esa antigua casona de principios de siglo. El baño humeaba vapores corporales, se fundía en el aire espeso un aroma a shampoo barato y mierda pegada, y gotas caían sobre mi cabeza de ese techo que mis dedos jamás podrían alcanzar. La oscuridad de ese lugar me hacia caminar a tientas, esquivando con mis pies desnudos las cucarachas que hacían familia por cada rincón.

Y allí, esa vieja tina, con sus cuatro patas semejantes a un león hambriento, sediento de suciedad, esperaba inmóvil por mi cuerpo perdido, desesperado.

Un hilillo de luz se colaba por la pequeña ventana al lado del espejo raído y sucio. Miraba por entre las manchas desdibujadas el reflejo de mis ojos, cansados, agotados de tanto vivir, y la grieta acusadora entre mis pechos me apuntaba la dirección que debían seguir mis manos, inquietas de tanto recordar la áspera y musculosa lengua de aquella mujer joven e indiferente, que se había robado mi ansiada libertad.

Iniciaban el camino mis dedos presurosos y la humedad entre mis piernas era como miel que brotaba sobres sus rojos labios y tocaba mis endurecidos pechos como si no fueran propios, como si a través de ellos pudiera tocar los suyos. Tocaban la puerta, pero lo único que podía oír eran mis gemidos casi suplicantes, desesperados y universales, culminantes en la ira de mis actos. Abrí la puerta y la manilla quedó en mis manos, caminé por el largo pasillo, y como un amuleto del deseo incontenible se lo entregué al último sucio que esperaba su baño de alivio.




miércoles, 10 de diciembre de 2008

Ejercicio Uno





(Alvaro Cordero)


Si llega a pasar de nuevo es porque la desdicha es demasiada como cuando supe lo de la vecina y por no estar no estuve porque así son las cosas cuando no es una es la otra en vez de mejorar siempre pasa cualquier cosa y si no lo sabré yo Ah en tiempos como estos pienso en que mejor sería pasar inadvertido para distinguirme de entre los demás porque claro no todo es para siempre ya lo decía mi abuela que entre tantas virtudes tenía sus falencias la pobre señora que será de ella lo mas probable es que esté muerta bien muerta gracias a los años esos que arrasan con todo y ya después no queda nada nada de nada por la puta que terrible y en fin ya no puedo mas con esto hasta cuando pero estoy tranquilo después de todo medio confundido y temblando por sus palabras para luego chocar contra todo lo contario contra una pared de concreto macizo por sobre todo lo peor si eso mismo debería no verla más ni saber de ella ni llamarla y olvidarme de hasta donde vive pero como todo es tan irreal como un sueño de realidades paralelas que convergen separadas la una de la otra como si el cielo estuviera lleno de estrellas que parecen estar pegadas de alguna forma invisible pero fuerte y para que hablar del sol cuando llega la noche y todos se acuestan en camas con frazadas mientras todo da vueltas y sigue y sigue y sigue y no para porque no puede parar en estos momentos me gustaría hablarle y decirle unas cuantas cosas pero mejor no ya dije que no existe más bien hecho mala suerte que se vaya lejos mientras puede porque nada dura para siempre y estos ojos han visto demasiado ya de aquello estoy harto de pensar en lo mismo me odio a tal punto que desearía ser otro en mi lugar pero conservando las proporciones porque hay formas y formas de pensar y eso no es lo que quiero ni tocar su pelo nunca más jamás de los jamases porque para qué si ya no la quiero la extraño si porque no está pero apuesto que si estuviera no en todo caso sabía que esto pasaría aunque uno nunca está cien por ciento seguro de nada porque todo es cambiante esa era su principal característica como una maña que no se va hasta que se fue ella con todos sabemos quien eso es lo que me da mas rabia porque lo intuí pero como soy ciego a veces y sordo y loco no entiendo lo que pasa o no lo digiero hasta que en cada esquina veo un cartel que me dice que no valgo la pena que no valgo un peso pero sé que algún día mi suerte cambiará porque no hay mal que dure cien años como dicen aunque siempre uno escucha cada disparate que dice la gente Ah todo por culpa de ella y por mi culpa porque todo esto fue de a dos después de a tres y ahora quizás cuantos porque ya ni sé cuantos lo saben y ahora que hago a ver dime quizás donde anda ni llama ni calma tengo pero en fin para que seguir con lo mismo.


(Karina Cárdenas)


Sentir como los pasos ahora sin orden, uno después del otro, en bajada, no me acompañan, y uno después del otro pueden hacerme caer entonces más que una escala se vuelve una trampa que me obliga a concentrarme un instante más para no perder el equilibrio, porque de otra forma, ya no habrá después, y la rapidez del alma acelerada y sin descanso, no me dejará intentarlo otra vez, porque en ensayo y error camino por estas calles, por estas salas, subiendo y bajando escalas, porque al ascensor ya no puedo esperar.

Entonces la sensación constante de caer anula, despierta, tortura, me empuja y así el cuerpo buscando equilibrio, me convierte en un trapecista en su cuerda floja, obligando a sus pies a la coordinación más patética que he tenido que aceptar para que la cabeza no explote y las explicaciones no me las pida nadie, porque yo nunca aprendí a dar explicaciones pero lo hice todos estos años, hasta que todos de uno en uno fueron desapareciendo.

Las caras de las niña, la amiga, el novio, el amante, la madre, el compañero todos ellos juntos como un solo sueño se perdieron, y ahora los recuerdos confusos los construyen en otros , en otras manos, con otras voces y otros olores, en las mismas calles, los mismos parques, la misma casa, las mismas noticias en la tele que nunca se apaga, y todas las noches con los mismos bailes, con esta piel arisca, y desconfiada para no tocar ninguna piel que se deba olvidar para que ninguna cara se busque en los rostros confusos de los vagones a punto de frenar a punto de partir, cuando la señorita anuncia llegada estación, cuando las manos se apretan y sudan ansiosas por que el asiento del lado se ocupe con la voz de aquellos meses, con la sonrisa agotada de tantos sueños por construir, en los galpones de ensayos, en la madrugada de todos los días, con los textos en mano aprendiéndote el monologo del amigo que escribe y te promete fama, y yo con los deseos a medio cumplir, siempre yo quiero, me gustaría, el tal vez eterno de las explicaciones que intenta ahora convivir con el desorden del ajetreo diario, sin tiempo para descansar un minutos en los parques, y la micro se vuelve el único descanso para elaborar los proyectos, para darle sentido a la existencia, porque en subida y bajada he vivido sin tiempo para el error, porque nadie da nuevas oportunidades, y yo las pedí todas, y no he recibido ninguna.



(Pamela Olate)







Día a día te permito que lo destroces - velvet resuena en mis oídos - la ventana de cuatro colores me distrae mientras disfrutamos de la humedad de nuestras lenguas alguien mira por entre las rendijas de la puerta mal cerrada me pregunto que hago aquí en esta habitación tapizada de noticias del año 82’ mal oliente en esta cama hecha de aserrín afuera las tazas de baño rememoran las cagadas anteriores en aquel patio plagado de ratones fumemos de nuevo para magnificar el orgasmo venidero lo aseguro como si eso fuera un hecho ya son varios los días de insatisfacción por favor, por favor, funciona, que he hecho, ya nada es suficiente… Recurro a lo que más adoras de mí, lo se lo adoras, aquello que nos unió en esas calurosas tardes de febrero caminemos de la mano de nuevo por ese hospital. Miento miento miento miento miento ya no hay marcha atrás se que esto terminará en sangre, terminará con el aborto fantasma en la cabaña de la playa, terminará en el extremo sur ahí con las ovejas pariendo y muriendo terminará en la casa de la abuela tirando y mirando nuevamente la ventana de cuatro colores.



(Rodrigo Hidalgo)

A fin de cuentas ¿qué es el Arte? Una Mierda! recuerdo que dije en medio de los saturados parlantes Sonic Youth y las botellas de cerveza estallaron las risas de Yanis y claro, ya nos hemos vuelto a ver tantos años más tarde, pero sigue recordando ella ese episodio como sigo yo cada tanto volviendo a experimentar esa suerte de paréntesis en la realidad, con la pregunta ahí a cada rato ¿qué es el Arte? Como una duda existencial al fin y al cabo. Qué sentido tiene para mí, para el resto, que escriba, pinte o componga, que alguien te lea, aplauda o escuche. Qué hago con esta necesidad de que lo que haga reviente en el medio de las escaleras mecánicas, cuando ya nadie parece susceptible de nada, como cuando tantas veces yo mismo opto por la ceguera, por no ver, no ver sigue siendo una opción, cada día quizás más válida, pienso, lo he escrito esto ya otras veces desde otros lados, claro, porque también está el indesmentible hecho de mi miopía, y lo poco y nada que entiendo de artes visuales o de cine, como Cristina no viendo nunca el lado feo de la ciudad en sus caminatas apuradas de ida y vuelta al trabajo, por las escaleras mecánicas, lo feo nadie lo quiere ver porque es demasiado fuerte, lo feo es importante porque es verdadero, me decía ayer Pablo Paredes, pero Cristina tratando de explicarme una película que la emocionó hasta el llanto y sin embargo yo jamás le vi la belleza a la bolsita de plástico volando en el sucio aire de American Beauty, entonces quizás yo también soy un ciego, distinto a ella pero ciego, quizás qué trancas tengo, aunque cada vez que pienso en esto y de nuevo Sonic Youth y las cervezas, me desdigo porque qué trancas voy a tener si a la menor borrachera me pongo a contarles mis intimidades sexuales a desconocidos, o me desvisto, con lo cual ya he decidido parar un poco, porque a Mary ya le parece mucho, y pese a Yanis y a Cristina, Mary es el hoy y ahora, y claro, tampoco es que a uno le guste andar por la vida haciéndole pasar vergüenzas a la gente que uno quiere. Ahora que si me dicen que poner un pez en una juguera es Arte, yo vuelvo a preguntarme qué es eso, y sigo sin encontrar una respuesta que me satisfaga.